Bebé: Mamá aún no me conoces Mamá: ¡Pero ya siento que te amo!
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Mi manual del bebé es una publicación creada por un destacado equipo de especialistas de la salud. Esta guía te acompañará desde la preconcepción hasta que el niño tenga 36 meses de edad. Contesta las preguntas más frecuentes hechas a los especialistas, que se pueden manejar desde el hogar. Claro que debemos recordar, que no es un substituto de la consulta médica, ya que nada ni nadie puede reemplazar los sabios consejos del especialista. Pero, sí es un complemento practico, que te acompañara en la aventura más maravillosa de tu vida ´Ser padre´.
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Aunque los síntomas suelen pasar inadvertidos, las mamás pueden observar señales de que algo está sucediendo, como:
Si la anemia es más severa hay también pérdida del apetito, irritabilidad y aumento de la frecuencia cardíaca. a largo plazo lleva a la falta de concentración y bajo rendimiento en la actividad escolar.
Hay varios tipos de anemias, pero la más frecuente en todo el mundo y especialmente en los niños es la llamada anemia ferropénica o anemia por falta de hierro, generalmente causado por dietas pobres en proteínas animales y vegetales (carnes rojas y blancas, verduras de hoja verde y leguminosas).
También existe un estado latente de deficiencia de hierro, que no llega a ser una anemia manifiesta pero que provoca daños de no ser detectada a tiempo. hay periodos más vulnerables para tener anemia que coinciden con las etapas de máximo crecimiento como el primer año de vida, la adolescencia y el embarazo.
Tanto la anemia ya detectada así como la deficiencia de hierro que aún no se diagnosticó, son problemas graves que perjudicarán el desarrollo y la vida de su hijo. El daño que produce la anemia es irreversible y persiste aún después de haberla corregido.
Puede afectar la actividad cerebral y la capacidad cognitiva, incluyendo el desarrollo del lenguaje; también daña el desarrollo motor y la coordinación. se ha comprobado que niños anémicos han bajado hasta 5 puntos su nivel de coeficiente intelectual. De ahí la importancia de su prevención y detección temprana.
Te dejamos las recomendaciones del Dr. Darío Boreto:
Se debe hacer un análisis de sangre, en donde habitualmente se realiza un hemograma que mide la cantidad de glóbulos rojos, el nivel de hemoglobina y el hematocrito.
Cuando ya la anemia está instalada, o la medición de los depósitos de hierro (ferritina) en los periodos de gran crecimiento que nombramos antes, es donde el hemograma es normal.
Consiste en la administración de hierro: en gotas, jarabe, comprimidos, según la edad del paciente. El pediatra determinará la dosis adecuada y la duración del tratamiento de cada paciente que generalmente no es menor a 3 meses.
La terapia con suplementos de hierro sin asesoramiento del pediatra no es recomendable. estos medicamentos no deben ser ingeridos sin prescripción y seguimiento médicos.
La mejor prevención es una correcta alimentación que comienza con fomentar la lactancia materna, el suplemento de hierro en forma de gotas todos los días, acompañando el suplemento de vitaminas como a, d y c, que aconsejan los pediatras, desde la incorporación de la dieta en el lactante y luego en el niño, aconsejar el consumo de alimentos ricos en hierro, fundamentalmente las carnes rojas y las vísceras, o vegetales como la espinaca, el brócoli y las lentejas, además de cítricos que favorecen su absorción, y el uso actual de leches fortificadas con hierro que si bien no son de calidad óptima refuerzan el aporte de este valioso metal.
*Tomado de la Sociedad Argentina de Pediatría.
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