Cómo ayudar a tu adolescente a encontrar su propósito (y volver a motivarse)
Cuando un adolescente pierde la motivación, no significa que no la tenga… solo que aún no ha descubierto para qué la necesita.
Hoy en día, muchos adolescentes no disfrutan el colegio ni aprender. No porque no les interese crecer, sino porque sienten que nada de eso tiene un propósito real.
La sobreexposición a la información digital, la comparación constante y la presión externa pueden apagar el entusiasmo y dar paso a la desmotivación o la falta de responsabilidad.
Pero la buena noticia es que la motivación no desaparece, simplemente necesita ser redirigida.
Como padres, podemos ayudarlos a reconectarse con su propósito aplicando tres estrategias muy poderosas.
1. “Apaga la estufa”
El secreto para cambiar su comportamiento
Imagina que el mal comportamiento o la apatía de tu hijo son como el vapor que sale de una olla. Muchos padres intentan controlar el vapor… pero el verdadero cambio ocurre cuando se apaga la estufa: es decir, cuando se busca la causa que genera el problema.
Detrás de la desmotivación adolescente suelen esconderse necesidades emocionales no satisfechas.
Muchos sienten que:
No son lo suficientemente buenos para sus padres.
No son amados incondicionalmente.
No son escuchados, y que sus opiniones no cuentan.
Cuando los adolescentes perciben eso, se desconectan no solo de sus padres, sino también de sí mismos.
👉 Antes de reaccionar ante la conducta, pregúntate:
¿Qué hay detrás de este comportamiento? ¿Qué está necesitando mi hijo en este momento?
A veces lo que necesitan no es un discurso, sino presencia, empatía y validación emocional.
2. “Recuerda que la Tierra gira alrededor del sol”
El secreto para cambiar su perspectiva
Muchos adolescentes creen que el mundo gira a su alrededor: sus deseos, sus emociones, sus logros. Pero esa visión —aunque natural en la etapa que viven— los desconecta del valor de contribuir y generar impacto en otros.
Ayudarlos a comprender que no todo se trata de ellos les permite crecer en empatía, sentido de comunidad y propósito.
Y aquí los padres juegan un papel fundamental: los hijos aprenden de lo que ven, no solo de lo que oyen.
Puedes hacerlo con acciones simples:
Conversen sobre cómo sus esfuerzos afectan a los demás.
Propón actividades que los conecten con causas reales: ayudar a un vecino, participar en un voluntariado o crear un proyecto solidario.
Reconoce sus gestos de bondad y colaboración, no solo sus logros o calificaciones.
Cuando los adolescentes descubren que su existencia tiene un efecto positivo en los demás, su motivación se transforma.
Empiezan a enfocarse no solo en “tener éxito”, sino en ser útiles y aportar.
3. “No seas un albañil”
El secreto para ayudarlo a encontrar su propósito
Tres obreros hacían el mismo trabajo.
El primero decía: “Estoy poniendo ladrillos.”
El segundo decía: “Estoy construyendo una pared.”
El tercero sonreía y decía: “Estoy construyendo una catedral.”
La diferencia entre ellos no está en lo que hacen, sino en cómo ven lo que hacen.
Así ocurre con nuestros hijos: algunos viven en modo “cumplir”, otros en modo “trascender”.
Los investigadores Edward Deci y Richard Ryan (Universidad de Rochester) descubrieron que la motivación más fuerte y duradera nace del propósito interno, no de las recompensas externas.
Y ese propósito se construye subiendo por los siguientes niveles:
Metas de nivel bajo (acciones): lo que hago cada día.
Metas de nivel medio (resultados): lo que espero obtener.
Metas de nivel alto (valores y propósito): por qué eso me importa.
Preocupación última (filosofía de vida): quién quiero ser y qué quiero dejar en el mundo.
Cuando los adolescentes conectan sus metas con sus valores personales, cambian su actitud, su comportamiento y su sentido de vida.
Ya no estudian “para pasar”, sino para crecer.
Ya no ayudan “por obligación”, sino porque entienden el poder de su contribución.
Pasos prácticos para fortalecer la motivación en casa
Escribe las metas que tu hijo tiene, basándote en lo que has oído que le interesa o le importa.
Escribe tus propias metas como madre o padre.
Reflexiona: ¿en qué medida tus metas están alineadas con tus valores más profundos?
Piensa cómo puedes ayudarlo a identificar metas que conecten con sus valores y su propósito personal.
Este ejercicio no solo genera claridad, sino también conexión.
Cuando ambos comprenden lo que los mueve desde dentro, la relación se fortalece y el adolescente comienza a construir su propia “catedral”.
En resumen
Los adolescentes no carecen de motivación: carecen de propósito.
Y ese propósito florece cuando se sienten amados, escuchados y acompañados sin juicio.
Como padres, podemos ser el espejo que los ayude a verse capaces, valiosos y conectados con algo más grande que ellos mismos.
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