Una niña o un niño que apenas ha cumplido un año aún no tiene capacidad de conceptualizar e interiorizar lo que es un valor o un modal. A esta edad, se aprende copiando el ejemplo de los papás.
De nada vale gastarse el tiempo explicándole a tu pequeño de 15 meses que no debe untarse la comida por toda la cara, o que es importante respetar a los demás y ser solidario. Acá importa la experiencia, pues tu niño es un explorador ávido por descubrir el mundo a través de sus sentidos.
Así, si experimenta la gratitud, el amor, la cortesía, la amabilidad y la solidaridad, irá interiorizando valores y modales para luego, a los cuatro años, aplicarlos. Entre tanto, sólo copia el comportamiento y la actitud de sus papás, de tal modo que si ve que das las gracias al recibir un regalo, con una sonrisa y un abrazo, experimentará amor y después, cuando tu niño reciba un regalo, su impulso será agradecer porque su experiencia en una situación similar fue gratificante.
La crianza comienza mucho antes de nacer tu bebé, en la planeación de un proyecto de vida que incluye a tu hijo como actor clave. Entonces, los papás se preparan para brindar a su hijo una educación sustentada en principios de amor: respetar, valorar, agradecer, aceptar, comprenderse, dar lo mejor de sí y disfrutarlo.
De ahí la importancia de abonar el terreno con una buena comunicación de pareja sustentada en el amor y ajustando todo en casa para que tu pequeño pueda desarrollarse libremente, sin tantas prohibiciones o ‘cuidado con esto y aquello’. Por eso es aconsejable reservar un cuarto especial donde pueda experimentar con objetos, armarlos y desarmarlos, pintar, rayar, jugar.
La clave está en compartir con los niños y respetarles sus exploraciones, juegos y fantasías, al tiempo que los papás se tratan armónicamente y manifiestan sus valores en las actividades cotidianas de manera amorosa, lo cual incluye el tono de voz, las palabras y el contacto físico.
En esta edad no se puede castigar el error; si tu niño quebró un vaso, no se le debe castigar, gritar, criticar o invalidar porque se frena su espontaneidad e intimida. La solución es llevarlo a su cuarto exploratorio y mostrarle cómo no romper el vaso o lo que pasa si éste se manipula mal.
Para todo lo anterior, también se recomienda a los papás el uso de juegos didácticos con elementos de la vida cotidiana, así como tomar talleres de programación neurolingüística (PNL), que incluyen técnicas para mejorar la comunicación en todo nivel.
Tener un hijo es una maravillosa oportunidad para redescubrir el mundo, asombrarse, fantasear y jugar, imposible perderla por no dedicarle el tiempo suficiente.
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