En muchas familias, el momento de poner límites se parece más a un juicio que a una conversación.
Estableces una regla con claridad:
🕘 “Te acuestas a las 9PM. Sin excepciones.”
Y casi de inmediato comienza el interrogatorio:
— “¿Eso también aplica los fines de semana?”
— “¿Y tú por qué sí puedes trasnocharte?”
— “¿Y si no tengo sueño justo a las 9?”
— “¿Dónde está la evidencia de que eso es bueno para los niños?”
Puede parecer gracioso desde afuera.
Pero cuando esto ocurre cada noche durante una semana… deja de ser chistoso y se vuelve agotador.
Cuando cada límite se transforma en una discusión…
Cuando cada “no” desencadena un debate de 10 minutos…
Cuando tareas simples como bañarse, tender la cama o apagar la tele terminan en negociaciones eternas…
Es normal que pienses:
“¿Por qué todo tiene que ser tan difícil?”
“¿Será que lo estoy haciendo mal?”
“¿Por qué no pueden simplemente hacer caso?”
Y así, al final del día, muchas madres y padres terminan con culpa, cansancio y dudas.
Lo que está detrás de la resistencia
La resistencia no es personal. Es parte del desarrollo natural de los niños.
Y sí: también es más común (y más intensa) de lo que muchos imaginan.
La ciencia lo explica:
🧠 A los 2 o 3 años, los niños descubren el poder del “no” y se aferran a él.
🧠 A los 5 o 7 años, comienzan a buscar coherencia: “Pero ayer me dijiste que sí…”
🧠 A los 8 o 10 años, afinan su lógica y encuentran vacíos: “Esto no cuenta como pantalla, ¡es tarea!”
🧠 En la preadolescencia, cuestionan el sentido práctico de las reglas: “¿Qué importa si mi cama está tendida si nadie la ve?”
Estas reacciones no son rebeldía vacía.
Son señales de que tu hijo está desarrollando pensamiento crítico, aprendiendo a expresar lo que quiere… y también, a tolerar la frustración.
¿Cómo hacer una negociación inteligente con tu hijo?
La clave está en encontrar el equilibrio entre firmeza y flexibilidad.
Eso se logra dando a tu hijo una parte del control, sin ceder en lo esencial.
Aquí algunos ejemplos prácticos:
🛁 Cuando no quiere bañarse:
- Límite claro: “Hoy toca baño.”
- Negociación inteligente: “¿Prefieres bañarte antes o después de leer el cuento?”
- Resultado: El niño no negocia si se baña, sino cuándo. Mantienes el límite, pero le das autonomía.
🖥 Cuando quiere más tiempo de pantalla:
- Límite claro: “Hoy ya usaste tu tiempo.”
- Negociación inteligente: “Podemos ver si mañana adelantamos tus tareas y ganas 10 minutos extra.”
- Resultado: Aprende que la colaboración trae beneficios, sin romper la regla original.
🛏 Cuando no quiere acostarse:
- Límite claro: “La hora de dormir es a las 8:30.”
- Negociación inteligente: “Si estás listo a tiempo, podemos leer dos cuentos en lugar de uno.”
- Resultado: Se motiva a cooperar sin que se altere la rutina.
Cuando los niños sienten que tienen voz y que hay espacio para conversar —aunque no siempre ganen— cooperan más, resisten menos y aprenden mejor.
Porque al final, no se trata solo de obedecer, sino de construir una relación basada en respeto, claridad y conexión.
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