A pesar de que en el año 2.000 se reunieron cerca de 200 países, incluyendo Colombia, en la cumbre del milenio en la ONU y fijaron como una de sus metas a alcanzar en el año 2015, disminuir la mortalidad materna hasta la cifra de 45 por 100.000 nacidos vivos, no se cumplió ese objetivo en el mundo. Por supuesto nuestro país tampoco llegó a esa meta, aunque se debe reconocer que sí se logró disminuir la cifra de 77,82 en el año 2003 a 54,63 en el año del 2013, según datos del DANE.
La Organización Mundial de la Salud define la mortalidad materna como “la muerte de una mujer durante su embarazo, parto, o dentro de los 42 días después de su terminación, por cualquier causa relacionada o agravada por el embarazo, parto o puerperio o su manejo, pero no por causas accidentales”
La muerte materna es el más sensible indicador de injusticia social, inequidad de género y pobreza, el que un embarazo o parto finalice en la muerte de la gestante refleja carencia de oportunidades, y presencia de desigualdades económica, educativa, legal o familiar de la mujer, así como fallas de acceso a la atención en salud, y en la calidad de la misma. La muerte de una mujer o el compromiso grave de su salud tienen consecuencias nefastas para el bienestar de la familia, la comunidad y la nación, si se tiene en cuenta que la mujer se encuentra en edad productiva y que en nuestra sociedad aporta en gran forma en la educación de los hijos y sus cuidados, labora, e incluso es cabeza de familia (última encuesta nacional de demografía y salud 2010: 34% de los hogares están en cabeza de la mujer).
Por todo lo anterior, se hace imperioso evitar la mortalidad materna, colocándonos como meta definitiva que NINGUNA muerte de esta naturaleza se produzca. Desde hace cerca de tres décadas el mundo entero ha creado estrategias (maternidad segura) para evitar éste negativo evento, nuestro país no es ajeno a esta situación y existen grupos de Médicos especialistas en Gineco-Obstetricia que promueven dichas estrategias a lo largo y ancho de nuestra geografía, e incluso han aportado con la investigación y desarrollo de nuevas guías de reconocimiento a nivel mundial, como el Dr. Edgar Iván Ortiz e investigadores como el Dr. Julián Herrera (ambos de la universidad del Valle), que con su tema de modelo biopsicosocial para la reducción de la mortalidad materna, incorpora un arma más para una mejor detección del riesgo durante la gestación. Dos grandes maestros que tuvimos la fortuna de tenerlos en Villavicencio, el primero durante el XIII simposio de Ginecología y Obstetricia en el año 2015, y el segundo como invitado especial de la Alcaldía también en el año 2015.
Cifras del DANE revelan que más grave que el incumplimiento de la meta propuesta en la reducción de la mortalidad materna, es la inequidad que ocurre en nuestro país dentro de las diferentes regiones, donde por ejemplo en el año 2011 en el Chocó se reportó una tasa de mortalidad materna de 357,97 por cada 100.000 nacidos vivos, es decir cerca de 7 veces el promedio nacional. De igual forma también dentro de las mismas grandes ciudades, de acuerdo a los diferentes barrios y a los estratos que correspondan, también hay inequidades en atención, y diferentes cifras de mortalidad materna donde obviamente es mayor de acuerdo a mayor índice de pobreza. Y todo esto sin tocar siquiera levemente el tema de embarazo en adolescentes, que dejaremos para otro artículo.
A ésta problemática se agrega que a pesar de que en la actualidad el 98% de los partos se reciben en centros con atención médica, continúan muriendo aún un número importante de mujeres (500 aproximadamente el año pasado), indicándonos que aún nuestro sistema de salud no está preparado para asumir todos los riesgos que corre una materna, presentando francas fallas de calidad en atención materna. Además a pesar de que este problema aparentemente solo fuera responsabilidad del sector salud, esa premisa no es tan cierta, realmente es en las manos de toda la sociedad y de todos los sectores productivos del país donde se encuentra el problema, entonces debemos concienciarnos de la importancia de tener prioridad y protección por la mujer en gestación, en todos los ámbitos, y en especial cuando se acerca a una institución a solicitar atención en salud.
Está en manos de todos nosotros no permitir que ninguna mujer muera por causas relacionadas con su embarazo, parto o post-parto. Permitamos que las gestantes siempre sean nuestra prioridad, en la calle, en los bancos, en los supermercados, en el transporte público, en las entidades de salud, etc.
Un comentario
Bien dicho «está en manos de todos»
Si señor toda la razón con esas cifras, lo realmente importante es que ellas nos deben servir para alertar y hacernos ver el gran trabajo y responsabilidad que como profesionales de salud y como personas en general debemos tener con las gestante y con sus recién nacidos.
Muy buen artículo!